domingo, 10 de agosto de 2014

Alyz Hendrich, Miss Earth 2013, un chica terrenal


Nació en Punto Fijo, estudió en Maracaibo, modeló en Milán y se coronó en Manila. Viaja por el mundo con mensaje ecologista y aspira a incursionar en la animación. Alyz Henrich, Miss Tierra 2013, expone los gajes de su codiciado reinado y cuenta cómo vela, a su manera, por los intereses del planeta.


Magaly Rodríguez mrodriguez@el-nacional.com 
Fotografías Mauricio Villahermosa mauriciovillahermosa@gmail.com 
Maquillaje y estilismo Jesús Cedeño (0414) 180 8525 
Vestuario Tiendas Rapsodia www.rapsodia.com 
Producción FranciestPoller 



"Al Miss Universo no, por favor, por favor". Cuando Alyz Henrich, Miss Falcón 2012, hacía su quiniela mental de cómo quería figurar en el cuadro de honor del Miss Venezuela, cruzaba los dedos para no encajarse la corona principal. ¿Por qué? "Porque sabía que quien gana siempre tiene a Osmel detrás de ella tooodo el año y yo no iba pendiente de ganar. Quería participar porque me parecía un trampolín. 

Estudiaba comunicación social y estaba más interesada en ver cómo se montaba todo y en aprender de Joaquín Riviera que en competir", confiesa divertida. 

En parte, se salió con la suya. Así como esas infantas aliviadas de no encabezar la línea de sucesión al trono, la chica de Punto Fijo se alegró de portar el título de Miss Venezuela Tierra llevando un bajo perfil, hasta que la victoria regresó por ella y se la cobró. 

El 7 de diciembre de 2013, en Filipinas, Henrich se coronaba como Miss Tierra entre 88 participantes. Una banda esquiva desde 2005 --con coronas de tres Miss Universos venezolanas de por medio-- cuando Alexandra Braun la conquistó por primera vez para el país. 

Los días antes del triunfo tendrían que haberle insinuado que esto podía pasar. No tardaron en lloverle los premios que otorgaban los patrocinantes en distintas categorías. No entendía nada. "¿Es normal que uno gane en tantas cosas?", preguntaba. Si uno ha trabajado como modelo en Milán durante año y medio y ha dado clases de pasarela en la academia de Gisselle Reyes, probablemente sí. Es normal. Si José Rafael Briceño, exprofesor de oratoria del Miss Venezuela, estaba contando con su astucia para tachar de su lista de grandes certámenes el único título que le faltaba, sí, es normal. Si las concursantes asiáticas se acercan a confesar que se estudiaron el video de cómo ganó su corona en el Miss Venezuela, es más bien inquietante. Pero para los efectos, sí. Es normal. 

"Si a uno le preguntan por qué quiere traerse una corona, una miss puede decir que es porque tiene muchas ganas de ser reina, pero también es porque hay mucha presión de todo un país que tiene sus expectativas puestas en ti y uno quiere estar a la altura de esa esperanza. Lo complicado es que cuando una venezolana no clasifica en un cuadro, no necesariamente significa que no sea buena participante, sino que no le tocaba. Estamos malacostumbrados a ganar". Aun así, no era ella precisamente quien iba a ponerse a ofrecer lecciones de resiliencia nacional. "Molly --María Gabriela Isler-- ganó el Miss Universo un mes antes y yo pensaba que tal vez eso era un factor en contra. 

Que los fanáticos de los concursos nos iban a detestar si Venezuela ganaba otra vez". Lo recuerda y empieza a sonreír con picardía. "Bueno, tendrán que calársela". 


¿Dónde estoy? Se despertó hace dos meses en una cama 
de hospital de Miami sin saber por qué. Recuerda haber aterrizado en el aeropuerto, montarse en un taxi y sentirse mal. Nada más. "El taxista se dio cuenta de que estaba convulsionando y me llevó. Nunca me había pasado". Los médicos la examinaron de pies a cabeza y no encontraron nada irregular. Le preguntaron qué estaba haciendo esos días. Registraron en su historia clínica un colapso nervioso por falta de descanso. 

Henrich venía de La Réunion, una isla francesa al este de Madagascar que queda a 12 horas de vuelo de París; de allí a Miami. El descalabro repetido de horarios de sueño le pasó factura. Regentar un planeta no es fácil. "Lo mejor de ser Miss Tierra es todo lo que se aprende de los sitios adonde vas. Lo más difícil son los viajes largos, que es lo que parece más glamoroso, pero también es lo que más agota. Llegas a un sitio después de muchas horas de vuelo, cumples con tu agenda y luego pones a tu cuerpo a dormir o a despertarse a unas horas que él no entiende. Cuando por fin te estás adaptando, tienes que montarte en otro avión y empezar otra vez". No obstante, asegura llevar su reinado con gallardía. "Hace poco corrió un rumor de que la organización del Miss Earth me quería destituir, pero les pregunté y me dijeron que no era verdad, que no tenían ninguna queja de mí".

Sus detractores anónimos insinúan que debería estar más involucrada en proyectos ambientalistas en sus ratos libres. Ella no se da por aludida. "Si bien el espíritu del concurso es crear conciencia ecológica alrededor del mundo, hay cosas que yo no puedo ponerme a inventar sola. Tengo unos compromisos con la organización que debo cumplir y varias actividades que canalizo a través de ellos. Es verdad que soy Miss Tierra y disfruto mucho transmitir esa necesidad de cuidar al planeta, pero no puedo resolver la contaminación mundial ni el calentamiento global por mi cuenta". A sus 23 años, insiste en que no es una superheroína. 

"Eso sí, si tiras un papel en el suelo o malgastas agua, obviamente te voy a reclamar". 

Al terminar su gestión espera seguir modelando y entrar de a poco en el mundo de la animación. "No soy de tener muchos planes. Casi todo lo que he logrado ha sido porque me dejo llevar por cada situación y procuro ir tomando en el camino las mejores decisiones posibles". 

¿Cómo espera que la recuerden? "La verdad es que no hago las cosas pensando en cómo me van a recordar, sino en dejar alegrías, enseñanzas, cosas intangibles que me hayan enseñado y que a la vez pueda compartir. Espero siempre más de mí que de los demás". 



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