Sin la corona puesta y vestida como la universitaria que es, Marelisa Gibson es como cualquier muchacha venezolana de 21 años. Al menos lo es cuando habla, sencilla y sin poses, sin palabras rebuscadas y una sonrisa siempre a flor de labios. La diferencia entre ella y sus contemporáneas es que Marelisa lleva sobre sus hombros el peso de traer la tercera corona universal consecutiva al país, en medio de un frenesí en el cual la ansiada presea ha sido bautizada como "la tripleta".
Ni la fecha ni la plaza de la máxima cita de la belleza están aún definidas, por insólito que parezca. "Todavía no se sabe ni dónde ni cuándo es, deberían decirlo en máximo 15 días, estoy esperando desde febrero", dice Marelisa sin esconder los nervios que le trae tal incertidumbre.
Ella misma se impone un código de tranquilidad y dice: "Al final estoy tratando de prepararme al máximo, porque no importa dónde sea, igual mi preparación es lo que vale". Pero evidentemente desea conocer el lugar donde lucirá la banda nacional, quiere estar lista. "Mientras antes lo sepa, puedo averiguar más del país y la cultura".
Precisamente la fase de entrenamiento ya está en marcha desde hace meses. Clases de inglés, ballet, maquillaje, oratoria, pilates, visitas al gimnasio, orientación psicológica y sesiones fotográficas son parte de la agenda de la Miss. "La verdad es que no suenan a tantas cosas, pero ya estoy viniendo todos los días a la Quinta y hasta dos veces algunas ocasiones", apunta.
La tarea no es sencilla. "Hay días en los que digo, 'me voy a volver loca, es demasiado'. Después de que uno gana es que empieza la presión", afirma.
La preparación ya está dando sus frutos. "Las clases de ballet me están ayudando con la postura y la manera de mover los brazos y las manos, que las tengo grandísimas y debo aprender a controlar un poco y mover con gracia". Aunque en su momento tuvo sus dudas, Marelisa ahora lo entiende. "Osmel sabe lo que hace, me ha servido bastante", explica la aplicada discípula.
De las lecciones de ballet que recibe Marelisa de parte de Susan Bello, la alumna destaca el lado paradójico de la situación. "Hice ballet cuando era chiquita y nunca pensé que iba a regresar. Estoha sido como retroceder en el tiempo, cuando era más gordita y la profesora me daba una nalgada y me decía que tomara leche descremada, ahora estaría orgullosa de mí (risas)", relata la Miss.
Las clases de inglés también están en marcha.Y es que para Marelisa no podría ser de otra manera. "Con dos coronas seguidas, lo mínimo es que responda en inglés, eso me tiene un poco asustada", confiesa. Pero tan segura está de poder lograrlo que ya fue notificado a la organización Miss Universe, que prescindiría del traductor y se defendería en la lengua anglosajona.
Las lecciones de maquillaje -a cargo de Luis Enrique Urbano- son de las favoritas de Gibson. "No tenía ni idea de que el arte del maquillaje era tan grande", manifiesta sin re- paros.
"Trato de aprovechar y salir los días que tengo clases de maquillaje y no perderlo ¡Después de todo lo que me costó! A veces es un poco excesivo, pero tengo la excusa de que vengo de la clase", ríe al contarlo.
Aún faltas asignaturas en este currículum del glamour. "Todavía no he empezado las clases de pasarela, que necesito porque soy novata en esto". Añade que "las de peinado y estilismo también faltan, tengo que aprender a arreglarme yo sola".
Sobre el look que exhibirá, dice "no me gusta hablar del tema de la ropa, tengo que estar demasiado flaca para hablar de eso". Sin embargo, asegura "Gionni (Straccia) me va a hacer el traje de gala, es un hecho que me va a vestir, no me puede abandonar".
De cirugías e intervenciones quirúrgicas Marelisa prefiere no hablar, pero dice haber tomado sol hace poco en sus vacaciones de Semana Santa. Lo que sí hace es rogar para que Osmel la deje mantener su color natural de cabello. ¿Iría de rubia al Miss Universo? "Creo que rubia no voy ni a palos, pero él sabrá", apunta resignada a los designios del Zar de la Belleza.
Roberto Rodríguez M.
EL UNIVERSAL
Ni la fecha ni la plaza de la máxima cita de la belleza están aún definidas, por insólito que parezca. "Todavía no se sabe ni dónde ni cuándo es, deberían decirlo en máximo 15 días, estoy esperando desde febrero", dice Marelisa sin esconder los nervios que le trae tal incertidumbre.
Ella misma se impone un código de tranquilidad y dice: "Al final estoy tratando de prepararme al máximo, porque no importa dónde sea, igual mi preparación es lo que vale". Pero evidentemente desea conocer el lugar donde lucirá la banda nacional, quiere estar lista. "Mientras antes lo sepa, puedo averiguar más del país y la cultura".
Precisamente la fase de entrenamiento ya está en marcha desde hace meses. Clases de inglés, ballet, maquillaje, oratoria, pilates, visitas al gimnasio, orientación psicológica y sesiones fotográficas son parte de la agenda de la Miss. "La verdad es que no suenan a tantas cosas, pero ya estoy viniendo todos los días a la Quinta y hasta dos veces algunas ocasiones", apunta.
La tarea no es sencilla. "Hay días en los que digo, 'me voy a volver loca, es demasiado'. Después de que uno gana es que empieza la presión", afirma.
La preparación ya está dando sus frutos. "Las clases de ballet me están ayudando con la postura y la manera de mover los brazos y las manos, que las tengo grandísimas y debo aprender a controlar un poco y mover con gracia". Aunque en su momento tuvo sus dudas, Marelisa ahora lo entiende. "Osmel sabe lo que hace, me ha servido bastante", explica la aplicada discípula.
De las lecciones de ballet que recibe Marelisa de parte de Susan Bello, la alumna destaca el lado paradójico de la situación. "Hice ballet cuando era chiquita y nunca pensé que iba a regresar. Estoha sido como retroceder en el tiempo, cuando era más gordita y la profesora me daba una nalgada y me decía que tomara leche descremada, ahora estaría orgullosa de mí (risas)", relata la Miss.
Las clases de inglés también están en marcha.Y es que para Marelisa no podría ser de otra manera. "Con dos coronas seguidas, lo mínimo es que responda en inglés, eso me tiene un poco asustada", confiesa. Pero tan segura está de poder lograrlo que ya fue notificado a la organización Miss Universe, que prescindiría del traductor y se defendería en la lengua anglosajona.
Las lecciones de maquillaje -a cargo de Luis Enrique Urbano- son de las favoritas de Gibson. "No tenía ni idea de que el arte del maquillaje era tan grande", manifiesta sin re- paros.
"Trato de aprovechar y salir los días que tengo clases de maquillaje y no perderlo ¡Después de todo lo que me costó! A veces es un poco excesivo, pero tengo la excusa de que vengo de la clase", ríe al contarlo.
Aún faltas asignaturas en este currículum del glamour. "Todavía no he empezado las clases de pasarela, que necesito porque soy novata en esto". Añade que "las de peinado y estilismo también faltan, tengo que aprender a arreglarme yo sola".
Sobre el look que exhibirá, dice "no me gusta hablar del tema de la ropa, tengo que estar demasiado flaca para hablar de eso". Sin embargo, asegura "Gionni (Straccia) me va a hacer el traje de gala, es un hecho que me va a vestir, no me puede abandonar".
De cirugías e intervenciones quirúrgicas Marelisa prefiere no hablar, pero dice haber tomado sol hace poco en sus vacaciones de Semana Santa. Lo que sí hace es rogar para que Osmel la deje mantener su color natural de cabello. ¿Iría de rubia al Miss Universo? "Creo que rubia no voy ni a palos, pero él sabrá", apunta resignada a los designios del Zar de la Belleza.
Roberto Rodríguez M.
EL UNIVERSAL
esperamos mucho de ella
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